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La voz de la Iglesia se escucha con autoridad en la COP 30: La transición ecológica no puede convertirse en una nueva forma de colonialismo

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La Iglesia se está haciendo muy presente en la COP30, la trigésima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, que se está celebrando, del 6 al 21 de noviembre, en Belém, en la Amazonía brasileña.

En la primera semana de la Cumbre, ha habido algunos encuentros en los que representantes de las Conferencias Episcopales en África, Asia y América han querido hacer escuchar la voz del sur global, con todas las demandas relativas a la justicia climática, a la búsqueda de una transición justa, la condonación de la deuda y una ayuda a los países que están más afectados por este cambio climático. Así lo ha explicado el director del Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española, padre Eduardo Agosta, que participó en un diálogo con el cardenal Leonardo Ultirch Steiner, arzobispo de Manaos; Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Juliano Assunção, profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro; y los empresarios Ana Cabral, presidenta de Sigma Lithium; y José Luis Manzano, presidente de Integral Capital.

El carmelita, investigador y profesor en variabilidad del clima, cree fundamental insistir en aquello que repetía el Papa Francisco: que todo está conectado y que también la lucha contra el cambio climático puede abrir nuevas brechas entre los países que lideran esa transición verde y los que la siguen sufriendo, generando, de algún modo, un nuevo tipo de colonialismo basado en el extractivismo.

En ese mismo encuentro, Emilce Cuda, secretaria de la PCAL, habló de la necesidad de un diálogo en el que todos, especialmente los que más sufren la deuda ecológica, se sienten a la misma mesa de la toma de decisiones, no solo para contar sus dramas sino para decidir sobre su futuro.

El trabajo de la Iglesia está siendo especialmente elogiado en esta cumbre. Gustau Mañez Gomis, jefe del gabinete de la Conferencia de las Partes (COP30), en nombre de la ONU, ha destacado el papel de las religiones, entre ellas, la católica. Porque, dice, cuando la religión habla, la política escucha. En este sentido elogió de forma muy significativa los documentos como Laudato Si y Laudate Deum, como “puntos de referencia morales, realmente inspiradores, no solo para los católicos y los cristianos, sino para todas las religiones del mundo”.

Desde todas ellas, se ha llamado a poner en la mesa de los gobernantes globales los gritos de los pobres y el clamor de la Tierra. Porque ambos están relacionados. En África, por ejemplo, constata su episcopado, los pueblos padecen un sistema económico perverso que olvida poner al ser humano en el centro de sus preocupaciones; donde los intereses de las multinacionales y las potencias extranjeras confluyen para desestabilizar territorios, para aprovecharse y explotar minerales como cobalto, el coltán o el litio. Un fenómeno que suele ser también la causa de la migración forzosa, siendo muchos africanos, a un tiempo, refugiados de guerra y climáticos.

En esta semana que acaba de iniciar, la COP 30 espera un mensaje del Papa León XIV, que ya mandó un mensaje a los principales dirigentes para abordar esta cuestión desde un multilateralismo cohesionado y con visión de futuro.

A su finalización, los representantes de las distintas entidades que se han unido con un mensaje conjunto se reunirán en la Fundación Pablo VI, el día 9 de diciembre para reflexionar sobre sus frutos y cómo hacerlos presentes en sus realidades.