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La familia y la vida a la luz de la Encíclica Caritas in Veritate

1. La familia en el horizonte de la encíclica

Dada la importancia de la familia y el valor de la vida en el momento actual, con el riesgo de que la primera sea recluida al terreno de lo privado y el valor de la segunda quede al vaivén de los intereses políticos, la encíclica Caritas in veritate, aunque no es una de sus temas estructuralmente tratados, aporta algún elemento que merecen nuestra consideración.

Son pocos los textos de esta encíclica que hacen referencia a la Familia y a la vida. Hay algunos que tienen una clara relación con los temas fundamentales de la encíclica llegando a considerar a la familia como un ente básico de la sociedad, y otros presentan la familia en relación con la vida. Pero no existe capítulo alguno dedicado exclusivamente a la familia.

En la introducción, que consta de nueve números, encontramos dos alusiones directas a la familia. Al tratarse de textos programáticos tiene una gran importancia. El primero considera a la familia como aquella que recibe de la caridad la verdadera sustancia de las relaciones interpersonales: “La caridad da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro‐ relaciones, como las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también las macro‐ relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas” (CV 2). Por tanto se reafirma que la caridad es la substancia y el sabor de la vida familiar. De esta manera, quedarían excluidas de llamarse familia todas aquellas agrupaciones que no lleven como substancia el amor y la caridad en la verdad.

El otro texto programático lo encontramos en el número 8, donde se contempla la familia en vistas al bien común y donde la familia se ve afectada por el eje de la encíclica que es la gratuidad y la fraternidad: “ La ‘ciudad del hombre’ no se promueve solo con las relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión”(7) pero, “Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común. Es  el bien de ese ‘todos nosotros’, formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social” (n.8). Es importante considerar esta afirmación en cuanto sitúa a la familia dentro de las sociedades intermedias (individuos y grupos) que configuran la sociedad en función del bien común y que, por tanto, no puede ni ser excluida por el Estado ni reducida al campo de lo privado. La familia ocupará un lugar especial dentro de la sociedad intermedia de la que va a hablar a lo largo de toda la encíclica.

2. Relación entre ética de la vida y ética social

El capítulo primero está dedicado a comentar el “mensaje de la Populorum progressio”. En este caso Benedicto XVI, como también Pablo VI había recordado al final de su vida en la conocida ‘Homilía para la jornada del desarrollo’ (23 Agosto 1978), la Humanae vitae tiene relación con la Populorum progressio. Y en este contexto de valoración de todo tipo de vida hay que considerar las palabras de los dos pontífices.

En este caso, Benedicto XVI quiere insistir en que la ética de la vida no se puede tratar sin relacionarse con la ética social, máxime en una época en la que son inmensos los gastos, las inversiones y los negocios en torno a las clínicas farmacéuticas, abortivas, venta y compra de órganos, etc Así nos dice la encíclica:

En primer lugar considera a la pareja, hombre y mujer como fundamento de la sociedad “La encíclica Humanae vitae subraya el sentido unitivo y procreador a la vez de la sexualidad, poniendo así como fundamento de la sociedad la pareja de esposos, hombre y mujer, que se acogen recíprocamente en la distinción y en la complementariedad; una pareja pues abierta a la vida” (n.15)

Pero junto a esto insiste en la dimensión social de la ética personal que aparece en Humanae vitae “No se trata de una moral meramente individual: la Humanae vitae señala los fuertes vínculos entre ética de la vida y ética social, inaugurando una temática del magisterio que ha ido tomando cuerpo poco a poco en varios documentos y, por último, en la encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II” (n 15)

Y a continuación para justificar esta relación, citando a la EV denuncia la contradicción de la sociedad actual que por una parte, cayendo en una especie de esquizofrenia, valora la vida, como es el caso de la lucha en contra de la guerra y, por otra, promueve una cultura de muerte como en los casos abortivos: “La Iglesia propone con fuerza esta relación entre ética de la vida y ética social, consciente de que ‘no puede tener bases sólidas, una sociedad que –mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz‐ se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada”(n. 15).

5. Técnica, Vida y Antropológica

En el último capítulo sobre el desarrollo de los pueblos y la técnica, vuelve a incidir en la relación de la técnica con el mundo de la vida y la bioética. No debemos olvidar que el Papa actual considera la ética como otro de los temas trasversales de la encíclica en relación con el verdadero desarrollo.

En este caso, la bioética va estar considerada como el campo prioritario de la lucha en contra del absolutismo de la técnica. El tema es importante ya que aquí se plantea principio crucial: si el hombre es producto de sí mismo o si depende de Dios: “la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral “(74). La cuestión es antropológica vista desde el ámbito social. Por eso dirá que “La fecundación in Vitro, la investigación de los embriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven en la cultura actual de desencanto total, que cree haber desvelado cualquier misterio, puesto que se ha llegado ya a la raíz de la vida…mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano” (75)

Dejamos  para  una  reflexión  posterior  un  estudio  de  la  ‘familia  y  la  vida’  en relación con algunos de los ejes trasversales y esenciales de esta encíclica entre los que podemos enumerar:  de  la   solidaridad   a  la   fraternidad,  la   DSI  al   servicio   de  la evangelización, la lógica del don y la gratuidad ante la lógica política y la lógica contractual, validez del mercado y bien común, la verdad de la globalización, familia y emigración, los deberes fuente de los derechos, la naturaleza como proyecto de amor y de verdad, la justicia a la luz de la caridad en la Verdad, y la técnica y el desarrollo.

Ángel Galindo García

Ex Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca