En la segunda sesión del Seminario de Ecología los expertos intervinientes reflexionan sobre cómo el Camino de Santiago es un ejemplo de vehículo de creación de una identidad común basada en la diversidad y de una comunidad en la que el individuo y su desarrollo integral sea lo primero
El descubrimiento del sepulcro de Santiago de Compostela en el año 813 fue un gran hito. En una época en la que en Europa no existían los estados, los caminos de peregrinación hasta su tumba se convirtieron en redes de intercambios culturales, vehículos de comunicación entre personas, en un ir y venir de lenguas y todo tipo de ideas. Este fenómeno articuló una identidad común sin imponer una uniformidad y debería ser ejemplo de una comunidad en el que el cuidado de la persona y su desarrollo integral sea lo primero.
Victoria Martín de la Torre, Doctora en Ciencias Sociales y Estudios Europeos, cree que esta idea de unión y comunidad en la diversidad que se inició con el Camino se recuperó durante la construcción política, económica y cultural de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Durante su ponencia en la segunda sesión del Seminario de Ecología organizado por la Fundación Pablo VI, la Conferencia Episcopal Española y Enlázate por la Justicia, hizo un recorrido histórico sobre lo que supuso el Camino de Santiago desde sus inicios y cómo esas distintas sendas de peregrinaje afianzaron el concepto de cristiandad. Las rutas eran entonces peligrosas y por eso la hospitalidad y la solidaridad era muy necesaria. “El viaje se pudo consolidar gracias a las infraestructuras de red de monasterios, hospitales, alberques en los que se podían refugiar los peregrinos. Fue fundamental la existencia de un tejido de monasterios fundados en el siglo VI por los benedictinos”, explicó. Fue a través de las redes de los monasterios donde se tejieron las bases de nuestra cultura europea.
Los caminos de peregrinación eran peligrosos y por eso la hospitalidad y la solidaridad era muy necesaria. Fue a través de las redes de los monasterios donde se tejieron las bases de nuestra cultura europea

Repensar Europa con el Papa Francisco
Victoria Martín de la Torre ahondó en la evolución que ha tenido el concepto de Europa durante los siglos XIX y XX. La palabra Europa tenía un significado secularista que no veían con muy buenos ojos los cristianos, que pensaban que los ideales del cristianismo se iban a dejar de lado en una posible comunidad que englobara toda Europa. Fue necesario que hubiera una generación de filósofos y políticos cristianos en el periodo de entreguerras que acercaran las corrientes de cristiandad y de la Europa secular cuyo origen fue la Ilustración. El filósofo católico francés, Jacques Maritain, decía que las dos visiones compartían el principio común de la dignidad humana.
Una idea que también repitió el Papa Francisco en la reunión “Repensar Europa”, en la que animaba a plantearse cuál es nuestra aportación a Europa hoy en día y subrayaba que uno de los valores fundamentales del cristianismo es el de la persona hecha a imagen y semejanza de Dios.
“La unidad cultural y espiritual que había existido en la Edad Media tenía que traducirse en un proyecto político. De Gasperi vio en el cristianismo y en la Doctrina Social de la Iglesia un modelo de organización social por el que se podría construir las comunidades europeas”, explicó Martín de la Torre.
La conclusión de la experta en estudios europeos fue la siguiente. “Europa estará viva mientras su identidad sea dinámica y esté abierta al cambio. Si algo nos enseña el Camino es que en realidad hay muchos caminos: la ruta del este, norte, sur…cada peregrinación es única. Eso es también Europa, el caminar juntos y aprender los unos de los otros sin tener que renunciar a quiénes somos. El Camino es una metáfora de la vida, en donde vamos avanzando hacia un destino, pero que viene marcado por las personas que nos acompañan”.
El cuidado de la persona y su desarrollo integral
La segunda intervención de la sesión estuvo a cargo de José Ramón Amor, director académico de la Fundación Pablo VI y delegado de Ecología Integral de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, que profundizó en la necesidad que tiene el ser humano de ser sostenido por una comunidad y de tener un desarrollo integral que vaya más allá de un bienestar económico.
El término desarrollo integral se lo debemos a San Pablo VI, que lo desarrolla en su encíclica Populorum Progressio. José Ramón Amor explicó que lo que nos dice este documento es que no se puede reducir el bienestar al crecimiento económico, a magnitudes resumidas en el PIB. “El verdadero desarrollo promueve a todos los hombres y a todo el hombre, alerta de la necesidad de diálogo, establece lazos comunitarios entre los pueblos y habla de fraternidad”. Este desarrollo consta de tres claves fundamentales: la contemplación, la compasión y el cuidado. Tres elementos que deben estar presentes en cualquier espiritualidad que quiera ser auténtica y que realmente esté al servicio del desarrollo pleno del ser humano. “Tres elementos que, si la peregrinación por los Caminos de Santiago es auténtica, tienen que estar en el interior del peregrino”.
El desarrollo humano iIntegral o desarrollo sostenible es un enfoque holístico que considera que el bienestar del ser humano va más allá del crecimiento económico.

El concepto de desarrollo humano integral nos lleva necesariamente a recuperar la idea del bien común, que no tiene nada que ver con el interés general, sino que es el bien de todos y cada uno de los seres, sin descartar a nadie. La espiritualidad tiene que ser considerada un bien común de base, forma parte de la condición humana y es fundamental para alcanzar coherencia interior.
“El verdadero desarrollo promueve a todos los hombres y a todo el hombre, alerta de la necesidad de diálogo, establece lazos comunitarios entre los pueblos y habla de fraternidad”
El Camino de Santiago no es sólo un camino religioso sino espiritual. Su importancia está avalada por su historia y también por sus datos actuales. El pasado domingo, 28 de septiembre, llegaron a Santiago 3.000 peregrinos y más de 449.000 personas han obtenido la Compostela en lo que va de 2025. Hay que considerar que el Camino es una oportunidad para revitalizar el concepto de comunidad, que hoy está amenazado por una sociedad excesivamente individualista, aunque José Ramón Amor advirtió de que hay que dar pasos para lograr que esto ocurra. “Por desgracia, el Camino no produce frutos de manera automática. Tendremos que ver cómo organizamos la acogida, nuestros albergues y sinceramente creo que aquí, aun cuando se han dado pasos muy positivos, hay mucho margen de mejora para promover esa fraternidad y esa espiritualidad en verde”.